LA OBRA DE ARTE Y SU REPRODUCTIBILIDAD SEGÚN WALTER BENJAMIN Y HACIA DÓNDE VAMOS EN NUESTRO AQUÍ Y AHORA


Para comprender la preocupación del Señor Benjamin, debemos definir el concepto de AURA: que sería la emoción que experimenta el espectador ante la contemplación de una obra de arte auténtica; emoción que se pierde al tener contacto con una reproducción.

Aunque es innegable dar al grabado la categoría de arte, pues solo se pueden realizar pocas reproducciones de una misma matriz, es cierto que ninguna de esas pocas reproducciones es exactamente igual  entre ellas y allí radica su originalidad. Pero al aparecer la fotografía, Benjamin nos cuenta de la crisis del arte,  pues como bien sabemos, el pintor ya no era útil en su función de representación de la realidad. Circundado por un contexto de guerra, el artista reaccionó con las distintas vanguardias, donde la más descabellada fue el Dadaísmo, y su ARTE POR EL ARTE, que aspiraba a despojarse de cualquier función social. Aunque yo opino que en el no significado de esas obras radicaba precisamente su significado.
Con la reproducción técnica la obra de arte terminó con su valor por la unicidad y pasó a tener implicancia política; además de cobrar importancia por su valor expositivo.
Cuando con la impresión se comenzó a reproducir técnicamente imágenes de las obras de arte, el aura se perdió y el objeto de arte se convirtió en ese momento en un bien de consumo.

Pasemos a analizar los siguientes conceptos que el autor nos ha propuesto en su libro: “A saber, cuanto más disminuye la importancia social de un arte, tanto más se disocian en el público la actitud crítica y la fruitiva. De lo convencional se disfruta sin criticarlo, y se critica con aversión lo verdaderamente nuevo. En el público del cine coinciden la actitud crítica y la fruitiva”.   Con relación a la pintura, mientras que las obras de arte fueron representaciones de la naturaleza y todos las entendían, el público disfrutaba de la contemplación de dicha obra, entonces las compraban y las contemplaban en su casa o lugares públicos, cuando esa naturaleza comenzó a distorsionarse en  las figuras ofrecidas por el artista, provocó en el público disgusto, no entendimiento, crítica, situación que aún hoy se conserva en algunos sectores.      

Se vuelve interesante, el hecho que nos hace notar el autor; con la aparición de las galerías y museos que presentan a las masas algunas obras de arte, no se ha llegado a dar con una recepción íntegra y provechosa por parte del público; cosa que el cine sí lo ha conseguido.   Las masas están rodeadas, atiborradas de imágenes repetitivas. También cabe recalcar la importancia del contexto artístico. No se percibirá un aura si la obra de arte no goza de una adecuada iluminación y una ubicación de excelencia.

Pero en nuestro aquí y ahora, en un mundo donde reina la tecnología, el ser humano se está alejando de ser el centro de todo, para ponerse a un lado, al punto tal que estamos robotizando todas las acciones que el ser humano cumplía en épocas pasadas, inclusive el arte. Los artistas tenemos que preguntarnos si es o no arte, la “obra” denominada “El próximo Rembrandt”, el cuadro realizado por una inteligencia artificial haciendo uso de toda la información con que se le dotó, acerca de las obras del famoso artista Rembrandt.
Será una reproducción técnica, ya no de una obra en particular del artista, pero una reproducción técnica de su genialidad artística!

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